¡Firmamos la constitución oficial de la Fundación Ganas y Canas!
- Livi Betancur

- 19 ago
- 4 Min. de lectura
Esta semana en la Notaría 11 de Bogotá, vivimos un momento que nunca olvidaré:
¡Firmamos la constitución oficial de la Fundación Ganas y Canas!
Allí, junto a mis socios fundadores, Luis Fernando Betancur, Mabel Yaneth, Claudia Rodríguez, John García, Maryori Ávila y Carlos Eduardo Gómez, tuve una dioscidencia, un momento santo, un espacio soñado y comprendí que este sueño ya no es solo una promesa: hoy tiene una intención propia, sólida y llena de propósito.

Generosidad: la grandeza de dar y unirnos más allá de nuestras diferencias….
La emoción de ese instante me llevó a exaltar una palabra que hace parte de nuestra brújula juntos: generosidad.
La palabra generosidad proviene del latín generosĭtas, derivada de genus (linaje, nacimiento). En sus orígenes, hacia el siglo XIV, significaba nobleza de espíritu: la disposición de actuar con grandeza, sin pequeñez de corazón.
Hoy la entendemos como la capacidad de dar sin esperar nada a cambio, de abrirnos, de entregar tiempo, conocimiento, apoyo, escucha, compañía, incluso silencio, en favor de los demás.
Pero la generosidad es mucho más que un gesto puntual:
💗 Es una fuerza transformadora que multiplica lo que toca.
💗 Es un puente en tiempos de división, porque abre caminos donde antes había muros.
💗 Es un espejo de abundancia: nos recuerda que siempre tenemos algo para dar, aunque no sea material.
💗 Es una escuela de humildad, porque nos libera del egoísmo y nos invita a pensar en el bien común.
La generosidad es poder en acción: tiene la fuerza de sanar heridas, de abrir oportunidades y de unir lo que parecía imposible.
Y precisamente, esta semana, también una persona muy querida para mí, me buscó para decirme que dejaba la organización. Su decisión era acompañar a otra entidad que quería trabajar en la cultura de las personas, justo como lo había aprendido aquí.
Confieso que en un primer instante lo que me invadió no fue la generosidad… fue el egoísmo. Sentí ese vacío que deja alguien valioso al partir. Fue entonces cuando Miguel, con la sabiduría que siempre me enseña, me ayudó a hacer conciencia:
“Estamos para seguir sembrando no solo dentro de nuestras organizaciones, sino en el país y en los demás. Creer en el bien común y en las personas como fuente inagotable de valor es la verdadera generosidad.”
Ese recordatorio me conectó con lo esencial: no podemos retener, debemos sembrar. No estamos aquí para acumular talento como propiedad, sino para multiplicar su impacto en donde sea que florezca.
De eso está hecho Ganas y Canas, de eso está hecho el futuro y el legado de lo que he aprendido. La generosidad es el camino de unión que necesitamos.
Hoy, cuando como país atravesamos un momento difícil y polarizado, estoy convencida de que la generosidad puede ser nuestro punto de encuentro.
La generosidad nos invita a dejar de pensar desde la orilla en la que estamos y empezar a ver lo común: nuestro amor por Colombia, nuestros sueños de paz, de prosperidad y de unión. No importa de dónde vengamos o qué pensemos: cuando actuamos con generosidad, lo hacemos desde el bien mayor, el que trasciende las diferencias y nos recuerda que somos parte de un mismo tejido.
De mis dos grandes líderes, Álvaro Carrillo y Miguel Cortés, he aprendido que la verdadera generosidad no consiste en lo que damos de lo que sobra, sino en lo que compartimos pensando en el bien de la humanidad, del país y de quienes vendrán después de nosotros.
Esa generosidad que pone el propósito colectivo por encima del interés personal es la que necesitamos para transformar.
Con la Fundación, ampliamos el horizonte: ya no se trata solo de emprender entre ganosos y canosos, sino de integrar también a empresas, universidades, centros de investigación y organismos multilaterales en este mandala vivo de colaboración y propósito compartido. Existen múltiples caminos para lograr la conexión intergeneracional y esos caminos no son solo a través del emprendimiento.
Por eso también, reescribimos el segundo libro de Ganas y Canas, que ahora tendrá como protagonistas no solo a emprendedores, sino también a organizaciones dispuestas a vivir la generosidad intergeneracional.
Así que esta semana, te invito a practicar conmigo la generosidad...
✍️ Ejercicio de la semana
1️⃣ Identifica un espacio de división:
Piensa en un lugar de tu vida donde haya distancia, conflicto, diferencia de opiniones o incluso silencios incómodos. Puede ser en tu familia, tu equipo, tu comunidad o incluso tu país.
2️⃣ Elige un acto de generosidad:
Pregúntate qué puedes dar en ese espacio para abrir un puente. Puede ser escuchar sin juzgar, una palabra de reconocimiento, tiempo de calidad, perdón, compartir un conocimiento o simplemente, tu presencia.
3️⃣ Hazlo consciente:
Cuando realices ese acto, recuerda esta frase: “aprende más el que da que el que recibe”. Permítete descubrir qué enseñanza te deja ese gesto en ti mismo.
4️⃣ Reflexiona y escribe:
Al final de la semana responde ¿Qué cambió en la relación o en el ambiente gracias a mi acto de generosidad? ¿Qué aprendí con este acto que no hubiera aprendido de otra manera?
Porque la generosidad es una semilla que no solo transforma al otro: primero nos transforma a nosotros mismos, y tiene el poder de convertir espacios de separación en lugares de encuentro.
Entonces... ¿qué sigue?
Con Mabel y mis socios fundadores, tenemos una tarea con la que seguro podrías ayudarnos:
Encontrar a nuestro o nuestra Gerente de Ganas y Canas, con dedicación exclusiva, que lidere y expanda este sueño.
Si sientes que puede ser para ti, o conoces a alguien, ayúdanos a multiplicar esta invitación.
Si tú o uno de tus conocidos desean postularse, pueden responder a este correo o escribirnos a ganasycanas.info@gmail.com.
Gracias por estar aquí, por tu confianza y por tu generosidad, que ya hacen parte de esta construcción.
Un abrazo





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