Luisfer ¡Un hombre de Ganas y Canas!

¡Adivina a quién tengo por fin en mi Podcast!

En este emocionante episodio, tengo el honor de entrevistar a uno de los pilares fundamentales en la creación y el desarrollo de Ganas y Canas: mi tío Luis Fernando.

Luisfer, el hermano de mi papá, fue el angelito que me acompaña desde que él partió y que me inspira todos los días con su ADN familiar de optimismo y la firme creencia que todos merecemos felicidad y abundancia.

Con una impresionante trayectoria como empleado, ejecutivo y empresario, mi tío venció el miedo a emprender y se aventuró en una de las etapas más enriquecedoras de su vida. Durante esta entrevista, exploramos su inspiradora historia y cómo ha tenido la fortuna de asesorar a grandes empresas, apoyar a otros emprendedores y continuar sirviendo desde su propósito.

Mi tío Luisfer es un optimista incansable que me ha demostrado que todo es posible sin importar las circunstancias o la edad. Su experiencia y sabiduría son un testimonio de que nunca es tarde para perseguir nuestros sueños y dejar una huella significativa.

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Y ahora que hablamos de hacer equipo entre Ganosos y Canosos ¿Has considerado la importancia de la cultura?

Esta semana tuve la oportunidad de reafirmar el significado de la palabra cultura.

Seguramente, si has leído el libro de Ganas y Canas, sabrás que esta palabra ha estado conmigo desde hace muchos años y fue además la apalancadora de una de las etapas más importantes de mi vida que describo en el superpoder de la Aventura.

En el 2007 fui cofundadora de una empresa de consultoría en cultura organizacional. La frase de Peter Drucker “La cultura se come la estrategia al desayuno” podría ser una expresión bastante común y ordinaria, sin embargo, nunca deja de ser pertinente teniendo en cuenta que mi experiencia como empleada y directiva me ha enseñado que podemos decir muchas cosas, pero lo que realmente importa es lo que decidimos y hacemos cada día; ese es el verdadero motor que evidencia lo que vale en una organización.

La palabra cultura viene del látin y del verbo “colere” que significa cultivar o cuidar, eso significa que los comportamientos que repetimos y los hábitos que tenemos son los que estamos cuidando y reforzando de manera permanente y que terminan siendo automáticos.

La cultura de una organización es lo que ves cuando las personas creen que nadie las está viendo y que además pasa desapercibida cuando ya haces parte del sistema, porque se alimenta de manera inconsciente.

Cuando aprendes a manejar, al principio necesitas estar concentrado y alerta en cada uno de los pasos que haces para que el carro funcione bien; cómo usas el freno, el acelerador y los cambios. Pero cuando te vuelves experto, manejas de manera automática.

Así mismo, cuando entras a trabajar a una empresa, los primeros 6 meses estás en un proceso de alineación cultural; todavía no haces parte de la cultura y todo lo que pasa en dicha organización es nuevo para ti; cada día estás en un proceso consciente de preguntarte ¿Cómo funcionan las cosas aquí? ¿Qué debo hacer para que me vaya bien o lograr los objetivos que me he propuesto? A medida que pasa el tiempo dejas de preguntarte porque aprendes cómo moverte, hasta que se vuelve un proceso inconsciente de adaptación al entorno del cual ya haces parte.

¿Te ha pasado que entras a una organización o grupo de trabajo y sientes que no encajas?

Las culturas no son ni buenas ni malas, simplemente son, y cada uno de nosotros tiene la potestad de aceptar ser parte o no de ellas.

Lo mismo pasa en los entornos culturales, familiares o geográficos. Algunas personas terminan decidiendo alejarse de su familia o irse a vivir a otro país, porque sus creencias o valores no encajan con lo que valoran o reconocen en dicho país o familia. 

Yo nací en Medellín, me crié en Cali y he vivido más de la mitad de mi vida en Bogotá. Cada una de estas regiones tiene culturas con matices diferentes. Cuando llegué a Bogotá me costó al principio adaptarme, me parecía que la gente no era empática, alegre y directa. Cuando regresé a Cali a trabajar también me costó adaptarme y tenía que hacer un gran esfuerzo por acomodarme al ritmo de trabajo, que desde mi observador era lento y despreocupado. Finalmente, regresé a vivir a Bogotá y a consolidar mi familia en esta ciudad.

¿Tenemos la oportunidad de influenciar la cultura en donde estamos?

Siempre he oido el dicho “una golondrina no hace verano” y seguramente intentar cambiar los hábitos y comportamientos de un sistema de manera aislada es imposible, pero creo firmemente en el poder de la influencia de los líderes que crean los sistemas de acuerdo con sus comportamientos y creencias.

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Por eso es tan importante la función de los líderes, porque la cultura se crea y se cuida a través de ellos. Cuando tenemos un rol de liderazgo, tenemos la responsabilidad de cuidar lo que nos importa para que la cultura permanezca y se sostenga en el tiempo. Las personas nos siguen y nos observan, y cada decisión y acción que tomamos evidencia la consistencia de lo que decimos y lo que hacemos. 

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Te invito esta semana a que te conviertas en observador de tus comportamientos y los de la organización, familia o comunidad a la que perteneces, para hacer conciencia de la cultura en la que estás y lo que haces cuando nadie te observa.

Como queda evidenciado en este emocionante episodio del podcast con mi tío Luisfer, en la cultura de mi familia es aceptado y valorado el expresar las emociones y existe la creencia que la abundancia es un derecho natural, y que dar y recibir son lo mismo. Por eso, la conformación de la comunidad de Ganas y Canas ha resonado en ellos de manera profunda y se ha convertido en una invitación a hacer parte de su crecimiento y consolidación.

No te pierdas este Nuevo episodio de Ganas y Canas en el que un canoso lleno de ganas y de optimismo, nos comparte su historia en el mundo empresarial y en el mundo corporativo, pero sobre todo y el más importante: el mundo familiar.

Hoy te invito a conocer la cultura que ha dado origen al legado de Ganas y Canas, del que tú y yo somos parte.

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