Cuando alguien enciende lo mejor de ti….
- Livi Betancur

- 10 ago
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Estaba en un salón en la Universidad Externado, las luces cálidas, el murmullo previo a la premiación y de pronto llegó mi turno…
Como presidenta de DCH Colombia tuve el honor de anunciar el nombre del Presidente del Año en Capital Humano: Álvaro Carrillo.
No fue solo hacer el anuncio… fue la oportunidad de decirle, frente a todos, el orgullo y la felicidad que siento de trabajar a su lado y de aprender, cada día, de lo que él representa como líder y como persona.
Ese día compartí las tres cosas que más admiro de él:
1️⃣ La Humildad, su capacidad de apagar el ego, mirar a las personas sin juicios ni pretensiones, con una sonrisa amplia y distensionada. Como el mismo lo dice: “No quiero que se relacionen conmigo por mi cargo, sino por el ser humano que soy”. Y lo vive, porque siempre nos ha tratado a todos con el mismo respeto y calidez, sin importar jerarquías.
2️⃣ El Optimismo, porque es un fiel representante de la fuerza del creer, incluso en mi libro de Ganas y Canas hablo de su historia en el superpoder del optimismo:
“Álvaro Carrillo, el Presidente de Seguros Bolívar, es un líder en esencia optimista. Yo le digo que tiene el don de mi abuelo, porque lo que toca lo convierte en oro. Pero más allá de eso, la abundancia es su compañera. Tiene una gran capacidad de confiar en sus equipos de trabajo y en las organizaciones que lidera; empodera y da alas para que cada líder desarrolle su máximo potencial, confía en lo que va a suceder hacia adelante y da libertad para fluir, tomar decisiones, exponer diferentes puntos de vista. Siempre está transmitiendo confianza, lo que hace que todo salga bien y que el juego infinito sea una realidad.”
En las situaciones más difíciles, Álvaro siempre está convencido de que todo va a salir bien. No como una frase teórica, sino como una certeza que contagia y que nos recuerda que las crisis también son oportunidades para crecer.
3️⃣ Bienestar, y me refiero literalmente al “bien-estar”. Recuerdo el primer ejercicio que hicimos como equipo directivo. Le pedimos a cada uno que escogiera una canción que los representara y él eligió My Way de Frank Sinatra. Nos explicó que esa canción estaba relacionada con los 2 contratos que había firmado hace muchos años en su vida: uno con el Grupo Bolívar y otro consigo mismo, para vivir en bienestar y disfrute. Y que todos los días cuidaba el balance de los dos contratos.

Cuando alguien enciende lo mejor de ti….
Admirar viene del latín ad-mirari, “mirar con asombro”. Y no es cualquier mirada: es una que se detiene, que se deja tocar, que reconoce en el otro algo que despierta lo mejor de nosotros.
Y eso es exactamente lo que ha hecho Álvaro conmigo: ayudarme a encender lo mejor de mí. No desde la presión y el control, sino desde la confianza, la libertad y el ejemplo.
El asombro que despierta un líder no siempre llega de golpe. A veces comienza con un gesto: una forma de escuchar que te hace sentir visto, una decisión tomada desde la integridad, una celebración sincera del logro ajeno.
Con el tiempo, esos gestos se acumulan. Poco a poco, sin forzarlo, cautivan. Y un día te das cuenta de que ese asombro se ha convertido en admiración: una admiración que no paraliza, sino que impulsa; que no obliga a seguir, sino que provoca a aportar más.
En toda mi carrera profesional, solo he tenido dos jefes a los que no admiraba. Y en ambos casos descubrí algo que no olvidaré: cuando la admiración falta, es mucho más difícil inspirarse.
Sentía que mis alas se acortaban en vez de expandirse, que el impulso por crear y aportar se debilitaba. La energía se vuelve más pesada y el propósito más difuso.
Y así fue como entendí que la admiración no es un lujo: es un combustible vital para volar alto.

La admiración es un espejo que no solo refleja lo que vemos en otros, sino lo que también podemos despertar en nosotros mismos.
Cuando admiramos a alguien, lo que realmente estamos haciendo es reconocer en otro algo que, de alguna manera, ya habita en nosotros, aunque quizás esté dormido, tímido o sin estrenar. Es como si al ver esa luz en el otro, algo en nuestro interior respondiera: “Yo también puedo brillar así”.
Por eso, la admiración es más que una mirada hacia afuera; es una invitación hacia adentro. Nos conecta con nuestras propias posibilidades, nos recuerda capacidades olvidadas y nos muestra caminos que tal vez no habíamos considerado para nosotros.
Admirar no es solo celebrar lo que el otro es, sino asumir el compromiso de cultivar en nosotros lo que nos inspira. Porque, en el fondo, cada vez que decimos “admiro esto de ti”, estamos reconociendo una chispa propia que merece ser avivada.
✍️ Ejercicio de la semana
1️⃣ Piensa en alguien a quien admires hoy.
2️⃣ Pregúntate: ¿qué es exactamente lo que despierta mi admiración?
3️⃣ Haz un gesto inspirado en eso: una acción concreta, un mensaje o incluso un “gracias” que reconozca su impacto.
Al final, la admiración no es solo mirar hacia arriba; es tender la mano para que otros también suban.
Es reconocer la luz en alguien más y permitir que esa luz encienda la nuestra.
Te invito a que esta semana no te guardes la admiración. Dila. Escríbela. Haz que la otra persona sepa lo que despierta en ti. Porque cuando la admiración circula, todos crecemos.
PD: Si buscas un líder que te inspire a expandir tus alas, te invito a ver esta entrevista de Álvaro desde una perspectiva muy humana.
Un abrazo





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