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Cuando más lo necesitamos los milagros suceden

  • Foto del escritor: Livi Betancur
    Livi Betancur
  • 23 ago
  • 4 Min. de lectura

Para empezar, quiero agradecer a todos los que nos han enviado hojas de vida de la Gerencia de Ganas y Canas para nuestra Fundación. Este paso es muy importante porque es la persona que podrá dedicarse de manera exclusiva a expandir este sueño.

 

Buscamos una persona con pasión por la conexión intergeneracional y la capacidad de hacer que las cosas pasen.


 

Si conoces a alguien o sientes que puede ser para ti, ayúdanos a multiplicar esta invitación. Porque el liderazgo de esta comunidad será clave para lo que estamos construyendo juntos.


Hoy quiero hablarles de una palabra que todos hemos escuchado, pero quizás no creemos que pueda ser parte de nuestra cotidianidad:

Milagro.


Y puedo dar Fe que Milagro es un hecho que podemos convertirlo en algo cotidiano en nuestra vida.

 

La palabra viene del latín miraculum, que significa cosa maravillosa o digna de admiración. Está emparentada con mirari, “mirar con asombro”.


Un milagro, entonces, no es solo lo imposible que ocurre: es también aquello que nos despierta asombro y gratitud, aquello que no podemos explicar del todo pero sabemos que nos transforma.

 

Y lo más poderoso es que todos tenemos acceso a los milagros, espacios invisibles donde lo que deseamos con fe e intención se vuelven posibles. Cuando unimos nuestras fuerzas, cuando dejamos de pedir solos y empezamos a intencionar juntos, ocurre algo misterioso: las fronteras se desvanecen y lo improbable empieza a suceder.


Hace dos meses lo vivimos muy de cerca en nuestro equipo. Nuestro compañero y amigo Jaime Castañeda, gerente de marca empleador y comunicaciones, atravesó un momento de dolor profundo.


Jaime lleva más de 30 años en nuestra organización, ha liderado con excelencia áreas de ventas, relacionamiento con intermediarios mercadeo y hoy es la voz de nuestra gente. Es símbolo de nuestra cultura centrada en las personas, nos inspira todos los días a dar más, es nuestro animador preferido, cada espacio de cultura y conexión es nuestro host favorito  y ha tenido una carrera excepcional. Además, tiene un hogar ejemplar, lleno de amor y valores que trascienden.

 

Jaime viajó con su esposa, Liliana, a Portugal después de tiempos difíciles. Disfrutaron días luminosos, hasta que en Porto, Liliana enfermó gravemente y fue entubada. La primera conversación con Jaime fue desgarradora: estaba solo, en un país extranjero, enfrentando otro idioma, sin saber qué pasaría.


Y fue allí donde nuestra comunidad se activó. Creamos un chat para acompañarlo, invitando a quienes quisieran unirse en intención para rodear de calma a Jaime y de sanación a Liliana. Cada día, cada uno ponía su granito de arena: prácticas de reiki con Claudia Vega, rosario meditativo con Judith Abreo, oraciones individuales y colectivas que repetíamos juntos, mensajes de fe y de amor.

 

Las noticias no eran alentadoras. Pasaron más de tres semanas de incertidumbre: Liliana pasó de estar entubada a necesitar una traqueotomía, los intentos de disminuirle las dosis resultaban erráticos y no mostraban avance. Pero, a pesar de esas malas noticias, la intención compartida nunca se apagó. La rodeamos de amor, de optimismo y de fe. Nos unimos como un solo corazón, convencidos de que lo invisible también obra.


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Y entonces ocurrió lo inesperado: Liliana despertó. Volvió a respirar por sí misma. Llevaba tanto tiempo en coma que todos pensábamos que su recuperación sería de meses, que tendría que volver a aprender a caminar, a comer, a responder con su cuerpo. Pero lo que sucedió fue mucho más que una recuperación lenta: fue un milagro. No solo respiró, volvió a la vida centrada y plena. En menos de dos semanas ya estaba nuevamente en Bogotá con nosotros.

 

Los médicos no tienen cómo explicar lo que pasó. Es por eso que lo llamamos milagro. Para mí, ha sido uno de los acontecimientos más representativos de mi vida, porque no tuve ni un solo instante de duda. Aun cuando algunos me decían: “Livi, no seas irresponsable, la situación está muy crítica, esto puede ser muy difícil”, yo seguía diciendo con firmeza: “Liliana vuelve sana y salva”. ¡Y sucedió! De manera maravillosa.


Cuando fuimos a recibirlos al aeropuerto todo era alegría. Abracé a la mamá de Liliana con tanta emoción y reconocimiento, que hasta hoy seguimos unidos por un vínculo de gratitud. Esta hermosa familia hoy está convencida, como yo, del poder que tienen los milagros y de cómo, juntos, tenemos la forma de hacerlos posibles.


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Tal vez hoy estés atravesando un momento donde sientes que las fuerzas no alcanzan. Te invito a recordar que cuando más decaídos estamos, más necesitamos creer en los milagros. Y los milagros, no ocurren solos: se activan cuando nos unimos a otros, cuando intencionamos juntos, cuando miramos con asombro y decidimos no perder la esperanza. 

 

✍️ Ejercicio de la semana

Intencionar un milagro

1️⃣ Piensa en una situación que hoy te duele o en alguien que lo necesita profundamente.

2️⃣ Escribe esa intención en una frase corta, clara y positiva, como si ya estuviera sucediendo

ejemplo: María está sana y en paz.

 

3️⃣ Dedica 5 minutos al día para cerrar los ojos, respirar profundo y repetirla con fe.

 

4️⃣ Si puedes, compártela con alguien más y pídele que se una a ti. Recuerda: cuando intencionamos juntos, la fuerza se multiplica.

 

Los milagros no siempre son rayos de luz que parten el cielo. Muchas veces son pequeños actos de amor, coincidencias inexplicables, encuentros que nos devuelven la esperanza. Propiciar milagros en la vida cotidiana es elegir cada día poner intención en el bien, creer en lo invisible y sembrar optimismo incluso cuando todo parece oscuro.

 

Cada palabra que decimos con amor, cada oración compartida, cada acto de bondad puede convertirse en el milagro que alguien necesita. Y quizá lo más grande es descubrir que, al hacerlo, también nosotros renacemos.

 


Un abrazo,


Livi Betancur - Coach y mentora en emprendimiento y talento humano

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