¿Cómo sabes que has sanado un miedo profundo?
- Livi Betancur

- 14 jul
- 5 Min. de lectura
A veces lo sabes cuando ya no necesitas hacer lo que antes era imprescindible.
Otras veces, lo sabes cuando vives una situación que antes te paralizaba… y simplemente no pasa nada.
No dentro de ti.
Por más de 30 años le tuve muchísimo miedo a volar. Un miedo profundo, silencioso, conectado con una herida que marcó mi vida: la muerte de mi papá en un accidente aéreo.
Desde entonces, mi mamá, mi hermano y yo sostenemos un ritual que sigue hasta hoy: cada vez que volamos, nos avisamos al subir al avión y al aterrizar. Es nuestra forma de protegernos, de mantenernos cerca, de cuidarnos sin estar en el mismo lugar.

Durante años, ese miedo me acompañó. Pero algo empezó a cambiar en 2022, cuando viví una experiencia transformadora en un taller llamado Forja.
No fue inmediato ni racional. Pero poco a poco, empecé a sentirme distinta. Y sin darme cuenta, comencé a disfrutar los vuelos. A usarlos como momentos sagrados para meditar, leer, pensar. A vivirlos con calma.
Pero el viernes pasado, entendí que la transformación fue aún más profunda de lo que creía.
Volaba a las 7:00 p.m. Estaba en absoluta tranquilidad, meditando y contestando algunos mensajes. No estaba pendiente de lo que pasaba a mi alrededor, sino conectada conmigo. Hasta que sentí el cuerpo helado de la mujer que estaba sentada a mi lado en la ventana. Estaba pálida, con los labios temblando. Me dijo en voz bajita: “¿Me pasas una bolsa? Creo que voy a vomitar”.
Le busqué la bolsa, le pedí al pasajero del otro lado del pasillo que si me ayudaba a abrirla. En ese instante me di cuenta que el ambiente en el avión estaba tenso, todos miraban angustiados. Y ahí lo supe… El avión llevaba intentando aterrizar varias veces sin lograrlo.
Y yo… no me había dado cuenta.
Lo más increíble fue que cuando me enteré, tampoco sentí miedo.
No tuve ansiedad, ni angustia. Solo sentí el deseo profundo de cuidar, de acompañar, de ser calma para los otros.
Y entonces, entendí algo poderoso:
No es que ya no le tenga miedo al avión. Es que ya no le tengo miedo a la muerte.

Esa calma no nació solo de Forja.
Hace cuatro años empecé un camino que me acompaña cada día: la práctica diaria de Un Curso de Milagros, el libro que todas las mañanas nos une en promedio a más de 25 personas y con el que practicamos la lección del día.
La historia detrás de este libro es tan asombrosa como su contenido. Fue canalizado en los años 70 por Helen Schucman, una psicóloga clínica, investigadora y atea. Una mujer profundamente escéptica y analítica.
Todo comenzó cuando Helen empezó a escuchar una voz interior que le dictaba frases muy claras. Asustada, pensó que estaba perdiendo la razón. Llegó a creer que tenía esquizofrenia y muy angustiada, buscó a su colega y jefe, William Thetford, quien sí creía en Dios, y le confesó lo que estaba pasando. Él la escuchó, leyó lo que había escrito… y le dijo una frase que cambió todo:
“No estás enferma. Estás canalizando la palabra de Dios.”
Así, Helen escribió durante siete años el contenido que daría forma a Un Curso de Milagros. Y aunque su lenguaje sea cristiano, su mensaje es universal.
Es un curso de entrenamiento mental para dejar de pensar desde el miedo, y empezar a mirar con amor.
El libro se compone de tres partes:
📚 Texto – la base teórica: habla del ego, del miedo, del perdón y del amor.
📝 Libro de ejercicios – 365 lecciones, una por cada día del año, para reentrenar la mente.
✨ Manual para el maestro – preguntas y respuestas para acompañar el proceso de enseñanza y vida.
¿Entonces ¿Qué significa un “milagro”?
La palabra milagro viene del latín miraculum, que significa “objeto de asombro”.
Pero en el Curso, un milagro no es algo sobrenatural.
👉 Es un cambio de percepción del miedo al amor.
👉 Es ver con los ojos del alma, no del ego.
👉 Es elegir la paz donde antes había reacción.
Ese momento en el avión fue, para mí, un milagro. No porque cambió el avión, sino porque yo había cambiado.
Hoy, la lección 193 me susurró al oído:
“Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda.”
Ese vuelo, esa mujer temblando, mi serenidad sin esfuerzo…
Todo fue una lección.
Una que llegó sin dolor, pero con profundidad. Una que me recordó que cuando dejamos de temerle a la muerte, empezamos a vivir de verdad.
Y eso me llevó a otra certeza aún más íntima:
Por fin estoy en paz conmigo. Estoy en mi centro. Estoy habitándome, no escapando. No sobreviviendo, sino viviendo.
¿Y qué significa para mí no tenerle miedo a la muerte?
No tenerle miedo a la muerte no significa que no me duelan las despedidas. Ni que ignore que la vida física es frágil.
Significa que ya no me aferro. Que confío. Que creo profundamente que hay un orden superior que nos contiene. Que hay algo en nosotros que no muere. Y que, cuando vivimos desde ahí, desde esa conciencia, empezamos a valorar la vida no por su duración, sino por su profundidad.
No tenerle miedo a la muerte ha sido, en mi caso, reconciliarme con el misterio. Aceptar que no todo tiene explicación. Pero que hay una voz interna que siempre sabe.
Ha sido dejar de controlar lo incontrolable. Soltar la necesidad de estar siempre lista para todo, y abrirme, en cambio, a estar presente en cada instante. A mirar a los ojos. A abrazar más. A decir “te quiero” sin reservas.
Cuando el miedo a la muerte se disuelve, algo muy bello ocurre: aparece el amor por la vida, por los detalles, por los silencios, por lo simple… Y aparece también una energía distinta: más suave, más compasiva, más libre. Una certeza interior de que estamos siendo guiados, aún en medio de lo incierto.
Esa noche, en ese vuelo, mientras los demás miraban con angustia hacia el frente, yo me encontré mirando hacia dentro, y encontrando paz…
Ejercicio de la semana
Te invito a que esta semana hagas este pequeño acto de conciencia:
1️⃣ Cierra los ojos y piensa en algo que te da miedo hoy.
2️⃣ Obsérvalo sin juzgar.
3️⃣ Repite mentalmente tres veces:
“Esto también es una lección que Dios quiere que yo aprenda.”
4️⃣Pregúntate: ¿Qué me está mostrando esto sobre mí?
Hazlo durante 7 días. Escríbelo si puedes. Y observa si algo se transforma.
Y si quieres un complemento lleno de calma y verdad…
Escucha el episodio 15 del podcast Ganas y Canas, donde Mabel conversa con dos mujeres luminosas, auténticas y generosas, que también han convertido sus miedos en poder.
Porque sanar, aprender y emprender… también es volar.
¿Qué miedo estás listo para mirar con amor?
¿Qué lección estás viviendo hoy, aunque aún no la comprendas?
Que esta semana esté llena de milagros, de esos que no hacen ruido… pero lo cambian todo.
Un abrazo 💖





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