Y si el arrepentimiento fuera una forma de amor?
- Livi Betancur

- 14 oct
- 5 Min. de lectura
Hace un tiempo conocí a Elizabeth García Ramírez —o como todos la llamamos, Eli— en las reuniones de Forja. Desde entonces, he tenido el privilegio de seguir aprendiendo de ella cada semana en el Curso de Milagros.

Eli es un canal de calma y propósito y tiene una presencia especial: una mezcla de dulzura, sabiduría y calma que ilumina cualquier espacio.
Es Coach y Canalizadora Angelical. Desde niña fue una buscadora: curiosa, sensible y llena de preguntas sobre la vida, la espiritualidad y el propósito de existir. Durante años intentó encontrar las respuestas afuera, hasta que comprendió que las verdaderas respuestas estaban dentro de su corazón.
Como Ingeniera Industrial de formación, trabajó coordinando proyectos para fortalecer el tejido empresarial. Amaba servir, conectar a empresarios y emprendedores con mentores y herramientas, y crear puentes entre quienes necesitaban ayuda y quienes podían ofrecerla. Pero un día, algo dentro de ella le pidió ir más allá... y así comenzó su camino espiritual.
Hoy, Eli se dedica a acompañar a personas que buscan sanar desde el alma, reconectar con su propósito y vivir con más plenitud y conciencia.
Ella cree firmemente que todos tenemos un equipo celestial a nuestra disposición: los ángeles. Mensajeros del amor divino que tienen como misión acompañarnos en los momentos en que olvidamos quiénes somos y recordarnos que siempre podemos elegir de nuevo.
“Acompaño a mujeres y hombres que lo tienen ‘todo’ pero se sienten vacíos, a sanar, reprogramar su mente y vivir sin máscaras, sin culpa y sin pedir permiso. Tu corazón ya lo sabe: estás listo para más.”
Eli disfruta la naturaleza, el baile, las carcajadas y los momentos de presencia. Su mayor regalo ha sido reconectar con la niña que fue —curiosa y luminosa— para expandir el amor que es por esencia.
Te invito a conocer más sobre su propósito en:
✨ El regalo del arrepentimiento
Esta semana comenzó con un gran regalo: tuve la oportunidad de tener una sesión personal con Eli. Una meditación angelical que se convirtió en una de esas pausas que el alma agradece profundamente.
En esa sesión, los ángeles me dieron un mensaje claro y amoroso:
“Cálmate, respira. No necesitas correr. La vida no se trata de llegar, sino de estar presente mientras caminas.” Recordé que, muchas veces, el afán por hacer, responder o cumplir me aleja del silencio interior donde habita la paz.
Fue ahí, en ese instante de quietud, donde una palabra se hizo presente con fuerza: arrepentimiento.
Durante mucho tiempo asocié el arrepentimiento con culpa, error o castigo. Pero ese día, Eli y los ángeles me mostraron otro sentido de esa palabra: El arrepentimiento no es quedarse en el dolor de lo que hicimos, sino abrir el corazón para reconocerlo y transformarlo.
La palabra viene del latín paenitere, que significa sentir pesar por algo, pero también volver al centro. Es un movimiento del alma que nos invita a detenernos, mirar atrás sin juicio y elegir distinto.
La culpa nos paraliza, nos encierra, nos quita poder. El arrepentimiento, en cambio, nos libera. Nos permite sanar, pedir perdón —a otros o a nosotros mismos— y actuar con más conciencia y amor.
✨ Arrepentirse no es rendirse, es despertar
Esta semana me equivoqué con mi “familia de la vida”: ese grupo de amigos con los que comparto sueños, proyectos y propósitos comunes.
Habíamos estado esperando por más de un mes el resultado de un acuerdo muy importante; algo que todos deseábamos profundamente. Uno de ellos había estado acompañándome de manera especial en este proceso, y en medio de la prisa, en lugar de contarle primero lo que había pasado, los cité a todos para anunciar el resultado.
Durante la reunión, con la mejor intención, terminé diciendo frente a todos que lo que él había propuesto no servía. Al cerrar el encuentro, sentí un gran cansancio y me acosté temprano. Pero a las 2:30 a.m. me desperté con una emoción profunda de arrepentimiento.
Arrepentirse es reconocer con humildad que algo que hicimos, dijimos o decidimos no estuvo alineado con nuestros valores o propósito. Ese reconocimiento abre la puerta a la reparación y al aprendizaje.
Por eso, en la madrugada decidí escribirle a mi amigo. Le conté lo que me había llevado a reaccionar así y le pedí perdón. Cerré mi mensaje con estas palabras: “Lo siento mucho, quisiera poder retroceder el tiempo y haber actuado de manera diferente, pero no puedo hacerlo. Lo único que puedo hacer en este momento es pedirte perdón, estar atenta a ver cómo puedo enmendar la situación y pensar en otras posibilidades.”
Confieso que estuve atenta durante todo el día a su respuesta. Y cuando llegó, sentí un alivio profundo: me respondió con agradecimiento por mi acto de arrepentimiento y me motivó a seguir buscando posibilidades juntos.
Aprendí que arrepentirse también es una forma de amor. Una puerta que se abre entre el ego que se defiende y el alma que se sana. A veces no se trata de grandes equivocaciones, sino de esas pequeñas veces en que respondemos con impaciencia, nos aceleramos o olvidamos escucharnos.Y justo ahí, el arrepentimiento se convierte en un maestro para recordarnos que siempre estamos a tiempo de volver al centro.
✍️ Ejercicio de la semana: practicar el arrepentimiento para liberar la culpa
Así como yo lo viví, te invito a transformar una culpa en arrepentimiento consciente:
1️⃣ Reconoce
Piensa en una situación en la que te hayas equivocado, pero en lugar de aprender de ella, te hayas quedado atrapado en la culpa. Nombrarla es el primer paso para liberar su peso.
2️⃣ Siente
Permítete sentir lo que pasó sin juzgarte. Observa la emoción que aparece: tristeza, vergüenza, frustración… Recuerda que sentir no es debilidad; es humanidad.
3️⃣ Haz consciencia
Pregúntate con honestidad: ¿qué valor o propósito personal no estuve honrando en ese momento? Identificarlo te ayuda a entender desde dónde actuaste y cómo quisieras hacerlo diferente.
4️⃣ Repara
Si puedes, conversa o escribe a la persona involucrada. Si no es posible, escribe una carta simbólica. Di con humildad: “Lo siento, reconozco lo que hice y quiero aprender de ello.” El arrepentimiento no busca borrar el pasado, sino iluminarlo.
5️⃣ Libera
Respira profundo, visualiza cómo esa culpa se disuelve y regálate estas palabras: “Elijo perdonarme y aprender. Me arrepiento desde el amor, y elijo volver a mi calma.”
Arrepentirse es un acto de amor hacia los demás, pero sobre todo, hacia uno mismo.
Nos muestra que siempre podemos volver al centro… y hacerlo mejor. Nos muestra que somos humanos, que podemos equivocarnos, pero también reparar, aprender y volver al camino con más conciencia y paz.
Porque al final, lo importante no es no errar… sino tener el valor de mirar adentro y decir:
“Esta vez quiero hacerlo mejor.”
Un abrazo en calma,





Comentarios