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¿Convencer o Conversar?

  • Foto del escritor: Livi Betancur
    Livi Betancur
  • 22 sept
  • 3 Min. de lectura

¿Te has detenido a pensar cuántas veces en tu día realmente conversas y cuántas veces intentas convencer?

 

La diferencia parece pequeña, pero cambia todo.

 

 La palabra conversar viene del latín conversari, que significa “dar vueltas juntos, convivir”. Es abrir espacio, escucharnos, dejarnos transformar por el otro. En cambio, convencer proviene de convincere, “vencer con”, llevar al otro a aceptar nuestra razón. Una invita al encuentro, la otra busca ganar. Una construye propósito compartido, la otra levanta muros invisibles.

 

Esta semana fuimos convocados a la Junta Directiva de DCH Colombia con un objetivo claro: entrenarnos en uno de los roles más importantes hoy en día para un CHRO o un Vicepresidente de talento humano: el arte de sostener conversaciones cruciales.

 

El equipo de la firma de consultoría Ackerman en cabeza de Juan Tarazona nos guio en este entrenamiento que inició con un video tan sencillo como revelador:

 

Un grupo de niños entre 4 y 10 años debía escoger entre dos bandejas de brownies. Antes de decidir, les contaron que una de las bandejas la había hecho una abuela hermosa que había dedicado su vida a hornearlos. Lo que los niños no sabían es que, en vez de azúcar, a esos brownies les habían puesto sal. Al final, la mayoría escogió esos brownies “feos”, porque habían sido seducidos por la historia, más que por la verdad.

 

Ese experimento me dejó pensando... ¿Cuántas veces en nuestras conversaciones caemos en la misma trampa?

 

Cuando intentamos convencer, podemos adornar, exagerar o incluso distorsionar la realidad para que el otro acepte nuestro punto. Construimos acuerdos que parecen dulces, pero en el fondo son amargos. Convencer puede darnos un resultado rápido, pero no genera confianza. Conversar, en cambio, implica verdad, autenticidad, apertura para escuchar y dejar que el propósito común emerja.


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Las conversaciones cruciales, como nos recordaron en Ackerman, son aquellas que permiten resultados verdaderos, y solo son posibles si se sostienen en dos pilares: propósito común y respeto.

 

El propósito solo se da cuando conversamos, nunca cuando imponemos. Y el respeto es lo que nos impide disfrazar, nos invita a decir lo que es, aunque duela, y nos abre a construir relaciones basadas en confianza.

 

Mientras escuchaba, pensaba en el mándala que estamos tejiendo en el segundo libro de Ganas y Canas. En el centro de ese mándala está justamente el propósito compartido, rodeado por figuras que representan la energía de los ganosos y la experiencia de los canosos.

 

Cada línea y cada color simbolizan que somos parte de un todo, y que el círculo solo cobra vida cuando conversamos desde lo que nos une. Convencer rompe la figura porque excluye; conversar, en cambio, mantiene el círculo abierto, vibrante y armónico.


¿VENCER al otro o VERSAR juntos?

 

La primera vez que escuché esta comparación fue precisamente en nuestro último podcast de Ganas y Canas con Oso y Antonietta.


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Ellas me regalaron la claridad de que conversar es un acto de humildad y propósito, mientras que convencer muchas veces nace del ego. Desde entonces me acompaña esta pregunta:

 

¿Qué pasaría si en vez de querer tener la razón, elijo tener la conexión?

 

Te invito a sacar tus propias conclusiones con este sencillo ejercicio:

 

✍️ Redefine tu forma de conversar

1️⃣ Piensa en una conversación pendiente o en una reciente, donde sentiste la necesidad de convencer.

 

2️⃣ Reimágínala desde el conversar. Pregúntate: ¿cuál es el propósito común que podríamos encontrar?

 

3️⃣ Ahora formula una pregunta que a partir de hoy te permita abrir espacio en lugar de cerrarlo. Escríbela para que te recuerde tu intención de conversar más y convencer menos.



 🙌 Si quieres profundizar en este tema, te invito a escuchar el episodio del podcast con Oso y Antonietta. Estoy segura de que te dejará tantos aprendizajes como a mí.



Al final, conversar no es solo hablar: es crear juntos. Y quizá el mayor regalo que podemos darnos en estos tiempos es ese, un diálogo donde nadie gana ni pierde, porque todos crecemos.

 

 

Un fuerte abrazo,



Livi Betancur - Coach y mentora en emprendimiento y talento humano

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