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El arte de unir lo que parece opuesto ☯️

  • Foto del escritor: Livi Betancur
    Livi Betancur
  • 17 may
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 19 may

¿Te has preguntado qué pasa cuando el pasado y el futuro no compiten, sino que se dan la mano?

 

Esta semana, sentada en el bar del Peace Hotel de Shanghái, descubrí algo que me estremeció el alma: estaba frente a la banda de jazz más antigua del mundo, reconocida por el Guinness World Records.

 

Sus músicos, con sus trajes impecables, sus años a cuestas y su swing intacto, tocaban como si el tiempo no les pasara. Llevan décadas tocando cada noche, en el mismo lugar, regalando notas que parecen viajar entre siglos.


Peace Hotel Shanghai

Y fue ahí donde entendí algo profundo:

 

La palabra “paz”, que da nombre al hotel, viene del latín pax, y antes de eso, del indoeuropeo pak, que significa acuerdo, pacto.

 

La paz, en su raíz más antigua, no es la ausencia de conflicto, es la elección de encontrarse, de unir lo que parece opuesto.

 

Y eso fue exactamente lo que sentí en China, el país de las convergencias imposibles:

 

🔖 De un régimen socialista con un sistema de consumo capitalista que crece a toda velocidad.


🔖 De templos milenarios al lado de rascacielos que casi tocan el cielo.


🔖De la devoción por los ancestros y la fe, conviviendo con robots, IA y pagos con reconocimiento facial.


🔖 De una cultura profundamente arraigada que no se resiste al cambio, sino que lo integra sin perder su esencia.



También, este viaje ha sido para mí una combinación maravillosa en la forma de viajar:

 

Japón lo recorrimos como siempre: 15 días de descubrimiento sin agencia, sin guía permanente, a nuestro ritmo, siguiendo la brújula de la intuición.

 

Pero en China, por primera vez, probamos otra manera: los primeros 12 días los hicimos en tour, acompañados por la Asociación Colombo China que lidera Guillermo Puyana, y fue una experiencia fantástica.

 

Éramos un grupo de 20 colombianos descubriendo un país de contrastes. Un grupo alegre, aventurero, culto y muy especial, donde canosos y ganosos compartimos no solo el viaje, sino algo más profundo: el amor por la historia y la lectura.

 

Gracias a María Elvira Bonilla, llegué a Cixi, la emperatriz de China de Jung Chang, y descubrí un nuevo género fascinante: literatura histórica de no ficción, centrada en personajes reales, poder, geopolítica y relatos de transformación. Aún no termino The Last Kings of Shanghai de Jonathan Kaufman, ni Xi-Na en el siglo del dragón de Jorge Heine, libros que me recomendó Adriana Arcila.

 

María Elvira y Adriana son las mentes fundadoras de Las 2 Orillas, un espacio que amplifica voces profundas y diversas, y que me regaló esta mirada literaria tan enriquecedora. Fue gracias a ellas que conocí la famosa historia del Peace Hotel y su mítica banda de jazz, y me encontré cara a cara con un ícono vivo de la ciudad.



Peace Hotel - Shanghai


☯️ El arte de unir lo que parece opuesto


El Peace Hotel, originalmente conocido como Cathay Hotel, fue inaugurado en 1929 por Sir Victor Sassoon, un empresario judío-británico que imaginó Shanghái como el epicentro del lujo y la modernidad en Asia.

 

Este hotel fue, durante décadas, el corazón de la vida social de Shanghái, punto de encuentro de diplomáticos, artistas, comerciantes y soñadores.

 

Durante su época dorada en los años 30, el hotel era símbolo de opulencia occidental en medio de la China en transformación. Tras guerras, ocupaciones y el paso del tiempo, el edificio fue restaurado y reabierto como el Peace Hotel que conocemos hoy, preservando su esplendor Art Déco y su historia vibrante.

 

Y en medio de esa historia, la banda de jazz del Peace Hotel se convirtió en leyenda. Fundada originalmente por músicos que vivieron la era de oro del swing en Asia, sobrevivió revoluciones, censura y el paso de los años. Hoy, sus integrantes —todos mayores de 80 años— tocan cada noche, con la misma energía de sus primeras décadas. Su presencia es símbolo de resistencia, belleza, longevidad y, sobre todo, de paz en movimiento.

 

Y entonces pensé en nosotros...

 

En nuestras culturas, en nuestras empresas, en nuestras familias...

 

¿Cómo estamos combinando la tradición con la modernidad?

 

¿Estamos aferrados al pasado por miedo, o lo usamos como cimiento para construir algo nuevo?

 

¿Estamos avanzando sin mirar atrás, o caminamos con lo mejor de cada época en el corazón?

 

¿A qué tradiciones nos deberíamos aferrar?

 

¿Qué innovaciones nos están esperando?

 

Porque el verdadero progreso, como la paz, no es borrar lo que fue, sino integrarlo con sabiduría.

 

Esa banda de jazz me enseñó que hay cosas que no envejecen: el arte, la música, la pasión, la conexión humana. Y que hay otras que deben rejuvenecer cada día: nuestras ideas, nuestras formas de liderar, nuestras ganas de vivir.




Te propongo un ejercicio:

 

Tómate 15 minutos para responder en tu diario (o en una nota de voz para ti mismo):

 

1️⃣ ¿Qué prácticas, costumbres o ideas heredadas de tu historia personal te anclan positivamente? 

2️⃣ ¿Qué nuevas formas de pensar, actuar o vivir quieres invitar a tu vida pero aún no has integrado? 

3️⃣ ¿Qué cosas, aparentemente opuestas, podrías reconciliar esta semana en ti, en tu hogar o en tu equipo? 


Hazte una promesa: honrar lo antiguo sin miedo a lo nuevo.





Hoy, la invitación es a mirar el poder que tiene unir, más que separar.

 Y recordar que estar en paz no es quedarse quieto, sino elegir moverse con armonía.

 

PD: Te comparto un clip de la modernidad de Shangai en medio de su gran historia.




 Un abrazo,



Livi Betancur - Coach y mentora en emprendimiento y talento humano

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