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La improvisación en décima

  • Foto del escritor: Livi Betancur
    Livi Betancur
  • 29 nov
  • 5 Min. de lectura

Existe un espacio en nuestra organización en el que honramos a los líderes que se pensionan.

 

Este espacio se llama Erase esta Vez, y como en los cuentos de hadas, lo que hacemos es abrirnos a la imaginación para expresarle a cada líder querido lo que ha significado su historia en la construcción de lo que hoy somos como compañía, y a su vez, es el momento para darle la bienvenida a ese nuevo futuro que les espera, porque nadie se pensiona de la vida, solo tiene a partir de ese momento más tiempo para hacerse cargo de ella.



Livi Betancur, amigos


El martes pasado despedimos a cuatro líderes extraordinarios que van a empezar a brillar fuera del ámbito contractual y a vivir en el ámbito del legado. Cada uno es una oferta para el mundo, cada uno tiene superpoderes invaluables que la humanidad necesita.

 

Y en ese espacio, descubrí un arte que era absolutamente ajeno para mí: la improvisación en décima. 

 

Invitamos a Martín Padilla y Linda Habitante. Cuando le di la mano a Martín, me dijo: "Mucho gusto, Soy repentista". Con curiosidad le pedí que me explicara qué es un repentista, y esto fue lo que me explicó:

 

Un repentista es un artista de la palabra, que crea versos en vivo de manera espontánea. Proviene de la palabra "repente" que significa "de improviso".

 

 Martin y Linda nos acompañaron en Erase esta Vez, y con cada palabra e historia sentida, activaron su arte… quiero decirte que la sensación que transmiten es el reflejo de la fuerza humana para expresar entre la palabra y la música lo que enaltece la vida de cada ser humano. Yo había escuchado trovas, pero este realmente es un arte extraordinario.

 


Livi Betancur, Versa Sesión con Linda Habitante


La improvisación en décima es una estructura poética creada en el siglo XVI por Vicente Espinel: 10 versos de 8 sílabas, con un orden de rima casi imposible de memorizar si no lo practicas. Pero la magia no está en la estructura. Está en la improvisación.

 

Improvisar en décima es crear, en vivo, versos métricos, rimados, con sentido, emoción y musicalidad… mientras alguien te lanza un tema que no esperabas. Es hablar desde el alma, pero con disciplina. Es pensar mientras sientes. Es convertir lo que escuchas en música antes de que el miedo te silencie.

 

Los grandes improvisadores dicen que la décima no se piensa; se respira, la mente se organiza, el corazón dicta y la voz fluye. Y cuando se acompaña con música también improvisada, es magia y cercanía pura. Este arte nació en Andalucía en el siglo XVI. Viajó a América con la tradición oral. Se hizo raíz en Cuba, Puerto Rico, México, Ecuador y Colombia. Sobrevivió a guerras, migraciones, silencios y dictaduras.

 

¿Por qué?

 

Porque es el arte de la comunidad. Improvisar en décima es mirar a otro a los ojos, escuchar de verdad y construir juntos algo que no existía. Un poema vivo, una canción única, sentida e irrepetible, y un símbolo de identidad, resistencia y vínculo.

 

La improvisación es un acto de libertad y de humanidad, y una de las habilidades cognitivas más complejas que existen.

 

Estudios de la Universidad Johns Hopkins revelan que durante la improvisación:

 

  • Se desactiva la zona de autocensura del cerebro.

  • Se activa la zona de creatividad espontánea (las mismas áreas que usamos cuando soñamos).

  • La conexión entre emoción y palabra se acelera.

  • La mente opera en “modo flujo”, una sincronía perfecta entre atención, memoria, escucha y valentía.

     

Improvisar, en cualquier formato, fortalece la memoria de trabajo, la capacidad de atención, la creatividad lingüística y la regulación emocional.

Y lo más bello: entrena el coraje de hablar sin miedo y de conectar tus propias palabras con tu corazón.

 

Amo la IA (Inteligencia Artificial) y creo en su potencial para multiplicarnos. Pero también me he dado cuenta de algo que me preocupa profundamente:

 

Si no entrenamos nuestra palabra espontánea, la IA nos puede atrofiar.

 

Estamos entrando en un mundo donde es cada vez más tentador pedir un discurso, corregir lo que decimos, editar emociones, reemplazar silencios incómodos y evitar la vulnerabilidad del "en vivo".

Y sí, ChatGPT nos vuelve poderosos. Pero también nos puede volver mudos si dejamos que hable por nosotros más de lo necesario. La improvisación es el músculo contrario. Es recordar que todavía sabemos pensar y sentir al mismo tiempo, porque a mi manera de ver, la mayor dificultad de los seres humanos no es planear, ni gestionar, ni estudiar. La mayor dificultad es decir lo que sentimos.


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Un estudio del Journal of Positive Psychology muestra que:

 

  • El 68% de las personas reconoce sentir afecto por alguien que nunca se lo ha dicho.

  • El 76% teme sonar torpe si lo intenta.

  • El 82% dice que preferiría escribirlo antes que decirlo en vivo.

     

Somos una humanidad que siente muchísimo… pero improvisa muy poco.

 

La décima es un recordatorio de que la emoción también se entrena. Que podemos hablar desde el corazón sin ensayar. Que la belleza nace del riesgo.

 

Improvisar es estar despiertos. Es el músculo que necesitamos para liderar, amar, servir, emprender, negociar y vivir en un mundo donde la edición constante se está volviendo la nueva máscara.


✍️ Ejercicio de la semana: ¡Improvisa! 1️⃣ Piensa en alguien a quien quieras decirle algo desde el afecto.

 

2️⃣ Grábale un mensaje de voz de máximo 20 segundos. Sin editar. Sin repetir. Sin borrar. Sin perfeccionar. Así como salga.

 

3️⃣  Envíalo (no lo pienses dos veces).

 

4️⃣ Observa qué pasó en ti: ¿Sentiste vergüenza?, ¿nervios?, ¿libertad?, ¿paz? Y si deseas... ¡Repítelo!


¿En qué parte de tu vida estás viviendo editado cuando deberías estar viviendo en vivo?

 

Improvisar es recordar que lo humano no necesita perfección, sino presencia. Te dejo aquí un video de un repentista Alexis Díaz-pimienta, quien ha dedicado su vida a la improvisación:


 

 

¿Nos ayudas a convocar?


El sábado pasado tuvimos nuestra primera Junta Directiva de la Fundación —liderada por Diana Franco— y descubrimos algo revelador gracias a su análisis riguroso:

 

Actualmente, nuestra comunidad de Ganas y Canas está compuesta en su mayoría por mujeres, y por personas mayores de 35 años. 


Esto nos dejó un mensaje claro: Tenemos que convocar a más jóvenes y a más hombres. Tenemos que abrir más espacios para que nuevas voces improvisen con nosotros. Para que las Ganas se encuentren con las Canas en ambas direcciones.

 

La décima vive cuando se canta. Y nuestra comunidad vive cuando se encuentra. Así que nuestra invitación hoy es a que nos ayudes a convocar a hombres y jóvenes, canosos y ganosos, que puedan aportar a esta comunidad con sus superpoderes.

 

 

 

 

Un abrazo,


Livi Betancur - Coach y mentora en emprendimiento y talento humano

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