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¿Qué pasa cuando abandonamos el "NO"?

  • Foto del escritor: Livi Betancur
    Livi Betancur
  • 16 nov
  • 4 Min. de lectura

En mi caso, hay una señal que aparece siempre primero: la impuntualidad.


Y te confieso que esta semana volví a reconocerla junto con otros síntomas que me recordaron que algo no estaba bien:

 

Llegar tarde.

Incumplir.

Responder mensajes en medio de otras conversaciones.

Acomodar mi agenda para todos menos para mí.

Esa sensación de ir detrás de la vida… y no al lado de ella.

 

Entonces, se encendió mi alarma interna:

"Livi, estás diciendo SÍ donde deberías decir NO".

 

Cuando dejo de poner límites, cuando digo "sí" por encima de mí, cuando la agenda se desordena… la primera que lo siente es mi tranquilidad y armonía. Y el cuerpo siempre te pasa la factura: cansancio, irritabilidad, desorden, ansiedad suave… todo son mensajes.

 

La palabra NO viene del latín non, que significa “negar”, pero en realidad afirma lo que queremos proteger: nuestro tiempo, nuestros valores, nuestra energía, nuestra salud emocional.

 

Sin el NO, el autocuidado no existe.

Sin el NO, la agenda se vuelve un campo minado.

Sin el NO, el cuerpo empieza a cobrar lo que la voz no se atrevió a pronunciar.

 

Me ha pasado desde siempre: cuando abandono el NO, abandono también mi centro. Y ahí aparece de inmediato la impuntualidad: mi termómetro emocional favorito, aunque no siempre amable.



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El viernes estuve en un desayuno con una comunidad que quiero, respeto y a la que pertenezco, en la que tuve la fortuna de estar desde sus inicios y que me ha regalado consciencia y presencia. Pero al comenzar el año tuve que tomar una decisión y elegí decirle "NO" al rol como capitana de uno de los grupos, porque las ocupaciones de este año me lo impedían.

 

A pesar de que lo había decidido, aún no había cerrado oficialmente mi rol. Y cuando lo dije públicamente, sentí el alivio de la coherencia…

y segundos después... la culpa.

 

Mi diálogo interno se activó como un eco incómodo:

 

💬 “No lo hiciste bien” 

💬 “Fuiste injusta” 

💬 “No cumpliste con lo que se te encomendó”

💬 “Deben estar molestas contigo” 


 

Entonces... ¿cómo gestionar ese diálogo interno?


En PULSO 2025, la conferencia que más me gustó fue la de Pilar Sordo.

 

A ella la sigo desde el 2009 y recuerdo que durante la pandemia tuve la oportunidad de recargarme diariamente en sus lives.


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Entre muchas cosas que nos compartió Pilar, hubo dos que me impactaron:

 

1️⃣ “Decir NO a tiempo es un acto profundo de salud emocional.”

No nos quita amor, pertenencia ni valor. Nos devuelve algo más grande: la coherencia interna.

 

2️⃣ “La unidad básica de salud mental es el diálogo interno”

Y mi diálogo interno cuando digo NO —y después de decirlo— todavía necesita ser educado.

 

Decir NO me cuesta.

Sostener el NO me cuesta más.

Y sostener el NO sin culpa es mi tarea de vida.

 

Cuando digo SÍ a todo, puedo reconocer mis pequeñas señales de desorden: atrasos, mensajes a deshoras, ajustes de agenda, carreras que no debería correr. Sé que cuando vuelvo a ser impuntual es porque dejé de serme fiel.

 

Para gestionar nuestro diálogo interno, es importante reconocer que el decir SÍ o NO, está profundamente relacionado con:

 

1. El deseo de pertenecer

Creemos que al decir NO, podríamos ser rechazados.

 

2. El miedo a decepcionar

Confundimos la responsabilidad con el sacrificio de hacer algo que no nos gusta o ya no nos llena.

 

3. La autoexigencia

Ese rol invisible del “yo puedo con todo” que nos hace creer que decir "NO" es sinónimo de debilidad y termina por hacernos mucho daño.

 

4. La capacidad de escucharnos

Nos exige conocernos y estar en contacto con nuestra intuición, porque cuando dejamos de escucharnos, perdemos el camino y la brújula.

 

5. La velocidad emocional

Vamos tan rápido y con tantos estímulos, que muchas veces decimos "SÍ" sin revisarnos, sin cuestionarnos, sin darle espacio a lo que estamos sientiendo.

 

Decir NO es, en el fondo, un acto de valentía. Un límite que no se pone a los demás: se pone a los excesos de uno mismo.



✍️ Ejercicio de la semana: “El NO que necesito decirme” 1️⃣ Piensa en un NO que te debas desde hace tiempo.

Un compromiso, un hábito, un proyecto, un rol, una conversación, una hora.

 

2️⃣ Escríbelo así (literal):

“Hoy me digo NO a… porque me digo SÍ a…”

Te comparto mi ejemplo real:

“Hoy me digo NO a desordenar mi agenda por impulso, porque me digo SÍ al respeto por mis tiempos y el de los demás”.

 

3️⃣ Revisa tu semana:

¿Dónde dijiste sí por miedo?

¿Dónde dijiste sí por inercia?

¿Dónde dijiste sí sin revisarte?

 

4️⃣ Cierra con esta pregunta poderosa:

¿Qué cambia en mí cuando me doy permiso de NO?

 

El NO no es un portazo. Es un abrazo:

 

   Un abrazo a tu energía.

   A tu paz interior.

   A tu salud emocional.

   A tu tiempo.

   A tu alma.

 

Decir NO no te aleja de los demás.

Te acerca a ti.


Y no te preocupes. El silencio incómodo del límite es parte del crecimiento.

 

Yo hoy tengo una señal clarísima:cuando llego tarde, estoy llegando tarde a mí misma. Si vuelvo a ser impuntual, es porque volví a abandonarme en un punto del camino.

 

Por eso esta semana ha sido un llamado amoroso, firme y necesario:

volver al NO que me cuida.


PD: El año pasado, una gerente de la compañía, Paola Daza, me recomendó un libro: “Cuando digo NO, me siento culpable” y confieso que me costó mucho trabajo leerlo porque me incomodaba, me mostraba patrones míos que yo no quería reconocer... Hoy entiendo por qué:


Leer sobre un NO cuando no puedes decir NO… duele.


Pero esta semana estoy dispuesta a retomarlo, porque estoy lista. Porque esta vez lo quiero leer desde otro lugar. Y si también resuena contigo, espero que lo leas también:



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Un abrazo con todas mis ganas y canas,



Livi Betancur - Coach y mentora en emprendimiento y talento humano

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