El regalo que no siempre sabemos dar (o recibir)
- Livi Betancur

- 26 jul
- 4 Min. de lectura
¿Alguna vez te han dicho algo que te dolió… pero que después agradeciste profundamente?
Esta semana quiero dedicar este espacio a esa palabra que, aunque suena tan común en los equipos y las organizaciones, puede ser una de las más potentes (y más difíciles) de asumir con honestidad y compasión:
El feedback
Cuando era niña, mi papá hablaba mucho del feedback.
(Sí, así tal cual, en inglés, con ese acento neutro y firme que usaba cuando sabía que lo que estaba diciendo era importante). Nos decía que era uno de los actos más valiosos entre seres humanos:
Compartirle al otro con cariño y claridad cómo nos parece que se está desempeñando en lo que hace y también, cómo creemos que lo podría hacer mejor.
Aprendí que eso era parte del amor, de la formación, del crecimiento, de la vida. Y mi papá siempre lo hacía. No como juicio, sino como una guía. No para controlar, sino para que aprendiéramos a mirar con otros ojos, con otras voces.
La palabra feedback viene del inglés y se compone de dos términos:
✨feed: alimentar
✨back: de regreso
En otras palabras, es “alimentar de vuelta”, devolver algo que nutre, que ayuda a ajustar el rumbo.
En su origen, el término se usaba en ingeniería para describir los sistemas de retroalimentación automática que corregían errores para mantener el equilibrio. Hoy, lo usamos en las relaciones humanas como una herramienta de crecimiento, pero el sentido es el mismo: dar información que permite evolucionar.
El feedback no es una evaluación, es una oportunidad
Hasta hoy, y tal como lo aprendí de mi papá, creo firmemente que el feedback es un acto de generosidad.
Decirle a alguien lo que vemos, desde el respeto, la claridad y el deseo genuino de que le vaya mejor, es una forma de liderazgo. Y recibirlo con apertura, aunque duela un poco, también lo es.
Cuando viene desde el lugar correcto, no para herir sino para ayudar a crecer, el feedback:
Nos despierta
Nos muestra puntos ciegos
Nos conecta con posibilidades
Nos ayuda a elegir nuevas formas de actuar
Nos vuelve más humanos
Pero… ¿por qué cuesta tanto?
Porque implica vulnerabilidad. Porque toca el ego. Porque no queremos herir, ni ser heridos. Porque hemos confundido el feedback con una crítica. Porque nos enseñaron a evitar el conflicto en lugar de atravesarlo con amor y verdad.
Pero si se hace desde un lugar honesto, humano y presente, el feedback se vuelve el puente más poderoso entre dos personas que se eligen para crecer.
He tenido que aprender a dar feedback a lo largo de la vida. Y también a recibirlo… incluso cuando no estaba lista.
He dado feedback que no fue bien recibido, y también he callado cuando debí hablar. Pero también he visto lo que sucede cuando alguien se atreve a decirle al otro: “Esto que haces, no lo ves… pero los demás sí. Y puedes hacerlo mejor” . Y he sentido la gratitud de quien, tras el impacto inicial, me ha dicho: “Gracias por decírmelo. Nadie más lo había hecho”. Ese tipo de conversaciones son las que transforman culturas, relaciones, equipos y futuros.
Me encontré esta caricatura de Calvin y Hobbes (mi favorita desde que era chiquita) que me hizo reír… y pensar en esto.

Eso es el feedback. No siempre es lo que queremos oír. Pero muchas veces es justo lo que necesitamos para crecer. Y leyendo esta tira me acordé de mi esposo, recién casados…
Cada vez que le pedía que me dijera la verdad sobre algo, me miraba con una mezcla de amor y precaución y me decía: “¿Estás preparada para oír la respuesta?” Esa pregunta se me quedó grabada.
Porque el feedback no solo exige valentía de quien lo da…también pide apertura y madurez de quien lo recibe.
Por eso, te invito no solo a dar feedback con claridad y respeto, sino a prepararte para recibirlo con gratitud y presencia.
Diálogos con sentido: feedback que transforma
En Seguros Bolívar tenemos un espacio hermoso llamado Diálogos con Sentido, creado para nuestros líderes y construido con dedicación por el equipo de Desarrollo Organizacional, liderado por Gustavo Góngora. Precisamente he vivido con Gustavo muchos aprendizajes juntos frente al feedback.
Hay una anécdota que él siempre cuenta cuando fue nombrado como gerente en nuestra organización. En un feedback yo le dije “deja de pensar que ser gerente es ser perfecto y creer que le tienes que estar demostrando a todo el mundo que no nos equivocamos”. Después de ese día dejó de representar la idea que tenía de ser gerente y empezó a ser el líder que con toda razón, habíamos promovido.
Diálogos con sentido es un espacio para conversar, reflexionar y crecer juntos. Y hoy, ese espacio se ha convertido también en formato podcast. Porque creemos que las buenas conversaciones merecen quedarse, compartirse y multiplicarse.
Y para cerrar esta newsletter, te comparto un episodio muy especial, dedicado justamente a este tema:
Ejercicio de la semana
Quiero invitarte a practicar el arte del feedback:
1️⃣ Elige a una persona de tu equipo, tu familia o tu comunidad y escríbele un mensaje con dos frases:
- Una sobre algo que valoras profundamente de su forma de ser o hacer.- Otra sobre algo que podría mejorar desde tu mirada, con una sugerencia concreta y amorosa.
2️⃣ Pregúntale si desea recibir feedback más adelante.
Abre un canal de confianza.
3️⃣ Luego, haz el ejercicio al revés.
Pide tú feedback a alguien en quien confíes. Recíbelo sin justificarte. Solo escucha.
Dar feedback es un arte. Recibirlo es un regalo. Ambos se entrenan. Ambos nos transforman.
Mi papá tenía razón. El feedback no es solo una técnica de trabajo. Es una forma de amar. De mirar al otro con respeto, y decirle:
“Te veo. Creo en ti. Y por eso me atrevo a decirte esto.”
¿Estás listo para alimentar tus vínculos desde la honestidad?
¡Un fuerte abrazo!






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